Año: 2016
Sello: Independiente/Autoproducido
País de origen: USA
Interesante concepto es el que desarrolla esta banda en su arte. Infinite Earths es un grupo de Orlando, Florida, que ya llevan dos discos sobre sus espaldas, siendo éste "Into the Void" el segundo en la lista (el primero se llama "Spiral from Spacetime" y data del 2014). Apenas si pude escuchar algo del primer disco, y a decir verdad, no me llamó mucho la atención. En cambio a este segundo opus lo escuché varias veces y en este caso sí puedo emitir una opinión bien fundada, pues sé de qué se trata.
Disco conceptual inspirado en un comic creado por el cantante del grupo Josh Mazzora, desarrollando una historia que une a Lovecraft con ciencia ficción. Teniendo en cuenta estos aspectos (las líricas y el hecho de ser un disco conceptual), no resulta nada extraño que la banda pueda ser catalogada como Metal Progresivo ¿cierto? Pues bien, eso es lo que hacen estos músicos, idóneos para meterse en pasajes intrincados y echar mano a arreglos propios del Rock Progresivo de los 70s como elementos enriquecedor. He leído comparaciones con Dream Theater, The Faceless y Between Me & The Buried, y algo de eso hay; mas, hay que decir que el sonido de Infinite Earths dista mucho de ser el ideal para dicho estilo. Es que cuando uno piensa en una banda progresiva, lo primero que emerge es, además de la técnica depurada de los músicos, la idea de un sonido prístino, refinado y detallista hasta la exasperación, mientras que acá nos topamos con un sonido crudo que resalta la faceta más agresiva de la banda (hay voces realmente rudas, y algunas partes encajan bastante bien dentro del Metal Extremo), pero que opaca un poco el costado más elaborado de la propuesta del grupo. No es un detalle menos pues le resta puntos al disco, un trabajo interesante en líneas generales, en el que el quinteto demuestra que saben cómo debe tocarse este tipo de música, creando algunos momentos más que atractivos ("Amalgam of Madness" a la cabeza), y exhibiendo una nada errada perspectiva acerca de cómo transmitir musicalmente imágenes del espacio exterior, horrores indecibles y fenómenos cósmicos varios. Pero, debo insistir con esto, el sonido no acompaña. No da esa sensación de espacialidad, se pierden algunas frecuencias sonoras en la mezcla y el sonido del grupo termina perdiendo esa profundidad que debe ser parte inherente a una obra que pretende estar más cerca de una supernova que del hombre. Y aquí hay responsables directos: Alyssa Day y Justin Ahles, responsables de grabar y mezclar el disco, y Rob Caldwell, quien se encargó de la masterización.
En un balance global de la era, debo decir que la balanza se inclina a favor del quinteto, y esto sucede gracias a la pericia de estos muchachos como instrumentistas y compositores (en ese orden). Sería bueno que para el próximo disco logren adosarle un sonido acorde a lo que hacen, un sonido más cósmico que terrenal, así la obra de la banda se convierte en una totalidad y deja de ser atractiva en fragmentos.
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